A fines de la década del 60 y principios de la siguiente
Hernandarias comenzó a tener una actividad nueva para la època: el turismo. Una
actividad que con el tiempo aprendimos a valorar como fuente importante de
ingresos y generadora de mano de obra para mucha gente.
La vieja casilla que quedó desocupada cuando se levantó la
delegación local de Prefectura sirvió para dar alojamiento a turistas que se
iban maravillados de la tranquilidad y la belleza natural que nuestro pueblo
ofrecía. Luego la demanda creció y se construyeron los primeros bungalows con
paredes de ladrillo y techos de paja con casi ninguna otra comodidad que las
camas. Igualmente no daban abasto, por ello fue necesario construir más y
cambiar los techos de paja por chapas, adicionándoles también baños privados.
La creciente demanda de mejores servicios trajo luego un emprendimiento privad
de cabañas de madera y por último los viejos bungalows fueron reemplazados por
otros más modernos y mejor equipados. De todo esto hoy no queda casi nada, sólo
el embarcadero flotante como mudo testigo del drama que nos tocó vivir cuando
se enfurecieron las barrancas y tuvimos que dejar de utilizar “la cuesta” como
habitualmente llamamos los hernandarienses a la calle de acceso a la zona del puerto.
Otros fueron los tiempos de esplendor, cuando justo allí nació el primer
festival folclórico importante.
-Un lugar único- decían quienes venían por primera vez a
participar del festival (como artistas o como público).
Hoy recuperamos por fin la bajada y verdaderamente ha
quedado magnífica. Pero seguramente esto solo no alcanzará para recuperar lo
perdido. Seguramente, la actividad turística requiere, después de una década,
un agiornamiento o modernización. El turismo seguramente tiene hoy otras
demandas en lo que hace a comodidades y servicios. Seguramente también hemos
perdido mucho tiempo, pero yo al menos soy de los que siempre ven el vaso
“medio lleno” tratando de rescatar siempre algo de positivo aún en las peores
experiencias.
En este caso me parece que lo positivo está en la inversión
privada que en la planta urbana ha construido una regular cantidad de cabañas y
casas bastante bien equipadas para alquilar a turistas.
Ahora la gran pregunta: ¿Sabremos para el futuro elaborar un
proyecto turístico integral acorde a los tiempos que corren y capaz de
responder a las demandas de esta “industria sin humo” cada vez más creciente y
competitiva?.
Por Ricardo Bertonchini