Hoy vamos a hablar en rincón del
litoral, de un ave muy nuestra El Chaja, que el poeta Julio Mignio lo llamó
centinela de la costa. Hasta la próxima amigos! Un fuerte abrazo. Pando (pandoperez@hotmail.com)
LA LEYENDA DEL CHAJÁ
Elsa L. Pasteknik
“Pura espuma, como el Chajá…” (Dicho popular referido a la existencia
de pequeñas bolsas de aire en los músculos del Chajá, y los paisanos lugareños
lo aplican a aquellas personas de mucha apariencia y apostura, que en los
hechos no la demuestran)
Sumamente popular es el “Chajá”, un ave grande, de grito
áspero, onomatopeya de su nombre: “Chajá”. Vive en las zonas de ríos, esteros y
arroyos. Vuela muy alto y es fama que entre piel y carne posee especies de
bolsas de aire pequeñas que le permiten
planear durante largos intervalos. Se la suele criar “guacha” en los
ranchos, desde muy pequeña, siendo sumamente mansa y familiar y vive con las
gallinas, perros, gatos, etc. Sin mayores problemas. Inclusive es muy buena
guardiana.
¿Cómo llegó a ser ave el “Chajá”? Fue por un castigo de
Tupá, el dios de los guaraníes.
Resultó que “Yasí”-la luna- andaba por estas tierras
guaraníes recorriéndolas por orden de Tupá. Viajaba en forma de una anciana y
cuando tenía una necesidad, ya sea la de comer, beber o pernoctar, golpeaba frente
a los ranchos. Cuando era atendida – hecho que sucedía siempre, porque los
guaraníes eran hospitalarios con los de su raza- les dejaba el don de su luz
nocturna.
Un día sufrió mucha sed porque no encontraba un manantial en
el bosque, después de largo andar, vio unas muchachas que llevaban un cántaro
de agua y les pidió de ella. Las mozas se la dieron, pero previamente
ensuciaron el agua burlándose cruelmente de la sedienta y riendo a carcajadas
huyeron gritándose unas a otras: ¡Yahá, hayá! (vamos, vamos).
Un papagayo que vio lo ocurrido voló a avisar a Tupá y éste
en castigo transformó inmediatamente a las muchachas en grandes pájaros que
volaron al grito de “¡Chajá,
Chajá!”.