Amigos vamos a comenzar un año nuevo. Un año cargado de esperanzas y, espero, pleno de fe y paz interior. Recordemos siempre que nada podemos lograr si nos apresuramos, uno tiene que dar pequeños pasos asumiendo su responsabilidad con mucho amor, con mucho interés, y pensar positivamente en que ¡podemos lograrlo! Y así sucederá.
A veces creemos que el mundo nos tiene que dar lo que pensamos y queremos. Y no es así; el mundo no nos da lo que exigimos, más bien nos exige muchas cosas: disponibilidad, entrega, compromiso. A pesar de las dificultades por las que estemos atravesando tenemos que luchar por alcanzar nuestros sueños y nuestras aspiraciones. La naturaleza nos enseña que se pueden obtener muchos logros si actuamos con perseverancia y prudencia. Así es la vida. Vivir con dignidad, reconociendo nuestras limitaciones, nos ayudará a disfrutar de lo que el mundo nos ofrece y nos facilitará el alcanzar nuestros objetivos futuros.
Estamos en un tiempo nuevo, un nuevo año nos espera, y nos preparamos, por sobre todas las cosas, para comenzar a transitarlo con Jesús en nuestro corazón. Pidamos a Dios que tengamos la fuerza suficiente para enfrentar los cambios y las transformaciones. Que tengamos la lucidez necesaria para poder modificar aquello que deba ser modificado en nuestra manera de ser y de obrar. Que este nuevo año que comienza nos encuentre preparados para vencer los miedos, para alejarnos del acecho de la angustia o la desesperación; que nada nos paralice y nos impida avanzar para crecer espiritualmente.
Jesús, María y José siempre serán los mejores ejemplos a seguir. Que estas fiestas nos hayan permitido reunirnos en la mesa de la conciliación y la consolación. Que a partir de hoy aprendamos a apoyarnos mutuamente, en los buenos momentos y en la adversidad, como lo hizo en aquel tiempo la Familia de Nazaret. Dios te guíe. ¡Buen Año!.
Reflexión del Padre Ignacio PeriesFuente: Cristo Hoy, (Semanario Católico)